El mediocampista inglés era una de las máximas figuras del fútbol mundial en Manchester United, pero Sir Alex Ferguson le mostró la puerta de salida y lo vendió al conjunto “Merengue”.
Desde muy pequeño, David Beckham estuvo totalmente identificado con el Manchester United. Su padre era fanático del club en donde brilló Bobby Charlton, por lo que depositó toda la confianza en él y le transmitió la pasión. Le compraba la indumentaria del equipo año tras año, lo hacía jugar al fútbol todos los días y lo empujó para que intente dedicarse a este hermoso deporte.
Su sueño se cumplió, ya que el jovencito tenía un talento descomunal y no tuvo mayores inconvenientes para ser fichado por los “Red Devils” en sus divisiones juveniles. Llegó a los 14 años a la institución y desde entonces fue guiado por Sir Alex Ferguson, uno de los mejores entrenadores de la historia. Una relación paternal que terminó de la peor manera…

El DT hizo debutar al mediocampista a los 17 años de edad y lo potenció de una manera inimaginable. Tenía una técnica sobresaliente para pegarle a la pelota y una enorme inteligencia táctica, pero el escocés lo transformó en un futbolista total con el correr de los años. Y se transformaron en una dupla más que exitosa.
Con Alex en el banquillo y David en el campo de juego, el Manchester United se cansó de ganar títulos y estar en el primer plano de Inglaterra. La cúspide llegó en la temporada 1998/99, cuando consiguieron un histórico e irrepetible triplete: Premier League, FA Cup y UEFA Champions League. Esta última de manera heroica, ya que le remontaron la final al Bayern Múnich en tiempo de descuento con goles de Teddy Sheringham y Ole Gunnar Solskjaer.
El histórico pase de David Beckham al Real Madrid
La realidad marca que Sir Alex y David tenían una hermosa relación. De hecho, el entrenador fue quien lo ayudó a salir adelante después del Mundial de 1998, en donde todos los ingleses culpaban al jugador de la eliminación contra Argentina. Él, deprimido y sin ganas de jugar, supo volver a su mejor versión y tener una revancha con su selección gracias al DT.
Sin embargo, el trato entre las partes comenzó a desgastarse con el correr de las temporadas. Todos conocemos a Ferguson: un tipo firme, con mano dura, que le gustaba tener una estructura y no convivir con escándalos mediáticos. También conocemos a Beckham: una persona que era tapa de todas las revistas, tenía actitud rebelde, cambiaba de peinado, utilizaba botines coloridos y salía con una cantante famosa, Victoria Posh.

En ocasiones, daba la sensación de que el mediocampista estaba más enfocado en lo que pasaba afuera del campo que dentro del mismo. “(Ferguson) Quería que contratara a cierto agente conocido y yo quería otro. Se enfureció conmigo, enloqueció por completo. No quería saber nada de mí, ni siquiera me hablaba. Le enfureció que yo pensara en otra carrera cuando terminara el fútbol. Y quería que me casara con una lugareña, no con una superestrella del espectáculo”, confesó el ex jugador en el documental de Netflix.
Las discusiones empezaron a tener lugar en el vestuario y el DT no lo escondía. En aquel momento, reveló en una conferencia de prensa: “Su perfil subió mucho y espero que pase rápido. Contrató a un agente publicitario, no sé cómo lo manejarán. Me parece que la máquina publicitaria de Victoria (Posh) ha interferido con su vida y yo no permito eso. La protección para David está siempre disponible para él. Sabe dónde encontrarme”.

Beckham, obviamente, no estaba nada contento por cómo Alex reaccionaba a su estilo de vida. Y hubo algo que terminó de enfadarlo: el entrenador le cortó la luna de miel tras su casamiento para que vuelva a los entrenamientos con el primer equipo. La relación ya era, a esa altura, imposible de salvar.
La gota que rebalsó el vaso se dio el 15 de febrero de 2003. Manchester United cayó 2-0 ante Arsenal en los octavos de final de la FA Cup y Ferguson ingresó al vestuario muy enojado con el mediocampista. El 7 reconoció en su documental de Netflix: “Entramos al vestidor y el jefe estaba furioso, se le notaba. Es una cara que nadie puede imitar, te lo aseguro”.
El entrenador lo atacó, y él respondió. No sólo eso: lo insultó. Allí, Sir Alex explotó por completo, caminó hacia el centro del vestidor y pateó un botín que estaba encima de algunas prendas de ropa. Sin ninguna intención, lo golpeó al 7 en la ceja y le produjo un corte. Éste reaccionó y lo quiso agredir, pero fue frenado por sus compañeros.

“Creo que la relación estaba estancada. No hubiera tenido sentido que le dijera en persona que lo iba a vender. Fue la mejor decisión, era el momento adecuado”, fueron las palabras del escocés, hoy a la distancia. Y fue así que le exigió a la directiva que le busquen acomodo y que le avisen que no iba a continuar en el club de sus amores de cara a la temporada siguiente.
David Beckham recibió la noticia con mucho dolor y quiso pedirle explicaciones al técnico, pero nunca pudo comunicarse. Así lo contó: “No pude hablar con él. Le habría rogado quedarme. Qué bueno que no hablamos porque me hubiera lastimado. Ese fue el fin. El fin en el United”. Eso sí: le dejaron elegir su próximo destino y, sin dudarlo, dijo Real Madrid.

El conjunto “Merengue” tenía un plantel de ensueño: Iker Casillas, Michel Salgado, Roberto Carlos, Guti, Luis Figo, Zinedine Zidane, Raúl y Ronaldo eran las principales figuras. Florentino Pérez, presidente de la institución, puso 35 millones de euros en el volante inglés para que se una a los “Galácticos”, que estaban armados para ganarlo absolutamente todo.
Defendió la camiseta blanca durante 4 temporadas, en la que tuvo muchos altibajos y su familia nunca estuvo del todo cómoda en España. En cuanto a resultados fue un fracaso ya que solamente pudo festejar la Supercopa de España 2003 y la Liga de 2007, esta última ya habiendo firmado un preacuerdo para irse a Los Angeles Galaxy de la MLS. Fabio Capello no lo quería, por lo que no tuvo otro remedio que volver a cambiar de club.