“El Loco” falleció a los 80 años, y dejó atrás un legado imborrable en el fútbol argentino. Repasamos los momentos claves de su trayectoria.
El fútbol argentino perdió a uno de sus íconos más pintorescos y talentosos: Hugo Orlando Gatti, “el Loco”, falleció a los 80 años tras estar internado más de 2 meses. Dueño de una personalidad única, un estilo irreverente y un carisma que trascendió camisetas, Gatti construyó una carrera memorable en base a atajadas, polémicas, vinchas coloridas y una vocación por el espectáculo. Aunque es recordado principalmente por su paso por Boca Juniors, su trayectoria se forjó en distintos rincones del país, con fichajes que marcaron un antes y un después en su vida profesional.
Desde aquel debut precoz en Atlanta hasta su consagración en el Xeneize, Gatti protagonizó traspasos que no solo alteraron el rumbo de su carrera, sino que también impactaron a los clubes involucrados. Tres de esos movimientos en el mercado de pases se destacan por su trascendencia: su llegada a River Plate desde Atlanta, el posterior traspaso a Gimnasia y Esgrima La Plata y, finalmente, la transferencia desde Unión de Santa Fe a Boca Juniors, donde alcanzaría la gloria eterna.
De Atlanta a River
Gatti debutó en Atlanta con apenas 17 años, en 1962. Con los Bohemios disputó 2 temporadas que sirvieron como plataforma para su salto a un grande. A comienzos de 1964, River Plate se lo llevó con la idea de formar al sucesor de Amadeo Carrizo, el arquero más emblemático del club hasta ese entonces. Durante 5 años, compartió vestuario con Carrizo y luchó por el arco con una audacia que no siempre cayó bien en Núñez.
Su estilo excéntrico y sus declaraciones provocadoras, como aquella en la que aseguraba ser mejor que Amadeo, le ganaron más resistencias que aplausos. La relación con los hinchas nunca fue fluida y terminó de romperse el día que bajó a la confitería del estadio vestido con una camiseta de rugby azul y amarilla, lo que ya presagiaba su glorioso futuro en Boca. El Loco no encajaba ahí, y lo sabía.
De River a Gimnasia
En 1969, con su salida de River ya decidida, Gatti eligió un nuevo destino: Gimnasia y Esgrima La Plata. Allí encontró lo que tanto había buscado: un lugar donde ser él mismo, sin censuras ni etiquetas. En el Lobo se volvió ídolo casi de inmediato, desplegando su repertorio completo de locuras y atajadas inolvidables.
En La Plata también se convirtió en pionero mediático, protagonizando una publicidad televisiva (algo inusual para la época) donde aparecía tomando ginebra antes de sacar desde el arco. Gatti fue feliz en Gimnasia. Volvió a sentirse artista, improvisador, dueño absoluto de su arco y de su destino. Permaneció 6 años en el club, con 244 partidos registrados bajo los 3 palos, antes de irse al Unión de Toto Lorenzo en 1975.
De Unión a Boca Juniors
En 1975, luego de una buena campaña con el ascendido Tatengue, Gatti volvió a sonar fuerte en el mercado de pases. Toto Lorenzo se lo llevó consigo a Boca Juniors, el club del que Gatti era hincha desde chico. Y así comenzó la etapa más gloriosa de su carrera, la que lo inmortalizó como leyenda del Xeneize. Su primera consagración llegó en 1976 con el Metropolitano, pero la consagración definitiva fue en 1977, cuando atajó el penal decisivo ante Cruzeiro para darle a Boca su primera Copa Libertadores.
Luego llegarían la Intercontinental, más títulos locales, el debut de la publicidad en su camiseta y hasta una convivencia con Diego Maradona. Fueron 12 años en la Bombonera, donde vivió el amor incondicional de la gente y donde atravesó una década muy difícil para el club. La relación con el hincha se fue resquebrajando hacia el final, donde a sus 45 años el Mono Navarro Montoya lo reemplazó para jugar el Superclásico contra River, algo que aceptó con dolor. Su retiro, en 1988, cerró un capítulo épico de la historia del fútbol argentino.
