El joven argentino, flamante fichaje de La Loba, protagonizó un hermoso momento en su llegada a la capital italiana. ¡Lo aman!
Hay una gran noticia para Lionel Scaloni, director técnico de la Selección Argentina, y todos los fanáticos del fútbol sudamericano: Matías Soulé, uno de los mejores proyectos futbolísticos del país y del continente, ha sido transferido a la Roma por una millonada. Luego de brillar en Frosinone y consciente de que no iba a ser considerado titular en Juventus, dueño de su ficha, el marplatense tomó la inteligente decisión de marcharse a La Loba.
Con apenas 21 años de edad, el extremo zurdo ya ha demostrado sus condiciones y ha dejado en evidencia que tiene el talento suficiente como para destacarse en la Serie A, liga top de Europa. Se sumará a un plantel que ya cuenta con Paulo Dybala y Leandro Paredes, y que está en pleno crecimiento de la mano de Daniele De Rossi. Sin dudas, este movimiento lo beneficiará y le dará muchas posibilidades de crecer en su carrera.
Matías Soulé, recibido como una leyenda en Roma

A pesar de que Matías Soulé es un jovencito y apenas está dando sus primeros pasos en el fútbol de más alto nivel, los fanáticos de Roma se han ilusionado muchísimo con su llegada a la institución. Esto tiene sus fundamentos: es considerado como una joya de la Selección Argentina, tiene un futuro brillante y viene de destacarse en Frosinone, donde marcó 11 goles y repartió 3 asistencias en 39 partidos.
Pero, ¿por qué decimos que los aficionados de La Loba están contentos e ilusionados con el fichaje del argentino? A veces las imágenes hablan por sí solas. En las últimas horas, el zurdo aterrizó en la capital de Italia para realizarse la revisión médica, firmar contrato y ponerse a disposición de Daniele De Rossi, director técnico del plantel profesional.
Así fue recibido: como un verdadero Rolling Stone. Cientos de hinchas se acercaron al aeropuerto para darle una bienvenida impresionante e inesperada. El futbolista, incrédulo, apreció esta situación con una sonrisa en su rostro, saludó a la gente y trató de devolverles el cariño que le dieron. Ahora le tocará la parte difícil: demostrar en el campo de juego por qué pagaron 30 millones de euros por su carta.